Partes anteriores:
1. Batalla de San Pietro I – Italia – 8 de Diciembre de 1943
Siguiendo su camino hacia la parte baja del edificio donde se encontraba el francotirador, tuvo precaución de no estar nunca a tiro o siquiera hacerse visible una décima de segundo. Si el enemigo le veía bordear la plaza adivinaría sus intenciones. Escuchó un disparo que instintivamente le hizo agacharse y que, previsiblemente, venía del arma telescópica. Lo confirmó cuando a través de otra bocacalle de la plaza divisó un soldado tambaleándose entre los escombros y sujetándose el cuello del que manaba abundante sangre, con expresión de espanto impedido siquiera a gritar. Aquel malnacido estaba aniquilando los pocos supervivientes aliados y no iba a permanecer mucho más tiempo en aquella posición en la ventana, ya que si no acabaría siendo blanco fácil. Tenía que actuar con celeridad si quería atacarle por sorpresa. Primero pensó en buscar un lugar desde el que tenerle a tiro, en la misma planta del edificio de enfrente, por ejemplo. Echando un vistazo al lugar pudo comprobar que esa planta estaba sin fachada y por lo tanto se haría harto complicado el permanecer oculto. |
Subir hasta la habitación donde se encontraba para un ataque por la espalda tampoco era buena idea, con poco ruido que hiciera sería descubierto. Asomándose al lugar donde divisó por última vez al tirador, comprobó que ya había cambiado de posición. Notó como, de nuevo, el pulso se aceleraba y sus ojos se movían a velocidad vertiginosa buscando la silueta del soldado italiano que ya tenía grabada en su retina. Nada. No podía haber cambiado de edificio. Repentinamente recibió un destello. Esperando que fuera el enemigo apartó el cuerpo de la zona visible, a décimas del paso de una bala que se incrustó en la pared frente a él. Sin pensarlo dos veces se dirigió hacia la entrada de aquel inmueble.
Una vez estaba al pie de la fachada se hizo con él una necesidad imperativa de dar término a aquello de una manera o de otra. En otro momento el miedo le habría obligado a evaluar la posibilidad de morir en aquella acción, pero algo le impidió razonar de esa manera. Rápidamente echó un vistazo dentro del vestíbulo de la planta baja. Nadie. Quizás el enemigo ya le había escuchado rondar el edificio, pero él no sabía nada de dónde podría estar el tirador. Se fijó en que no quedaba nadie que pudiera curbirle desde algún punto de la plaza.
Giró de nuevo la cabeza y allí estaba, delante de él, apuntándole con el único rifle que llevaba.
HOLAAAAA …NACHO CREO QUE ES LA PRIMERA VEZ QUE HABLO Y ME LEES ESPERO QUE NOS VISITEMOS MAS SEGUIDO
ESTO DE LAS GUERRAS SIEMPRE TRAE HISTORIAS ..IMPACTANTES COMO LA QUE RELATAS ALLI MI PAIS NUCA A VIVIDO GUERRAS EN ESTOS TIEMPOS PERO VIVO CERCA DE UNO QUE SI LAS TIENE Y NOS AFECTA A TODOS…….OJALA ALGUN DIA ESTAS PERSONAS QUE VIVIEN EN PAISES EN GUERRA CONOCIERAN Y VIVIERAN EN LIBERTAD
Hola Nacho, tanto tiempo. ¿Qué me cuentas? Yo prepando el zafarrancho para este año. Muchos besoteeees.