¿Quién es Paul Auster?

Paul Auster (1947–2024) fue un escritor, guionista y director de cine estadounidense, conocido por su estilo literario reflexivo y posmoderno. Nació en Newark, Nueva Jersey, y estudió en la Universidad de Columbia. Alcanzó fama internacional con La trilogía de Nueva York (1985–1986), una serie de novelas detectivescas que exploran la identidad, el azar y la escritura misma.
Su obra combina elementos del noir, la metaficción y el existencialismo. Auster también escribió guiones —como el de la película Smoke (1995), que codirigió— y fue traducido a numerosos idiomas. Su narrativa, marcada por la introspección y lo inesperado, lo convirtió en una figura clave de la literatura contemporánea.
“Has entrado en el invierno de tu vida. Mira tu rostro en el espejo. Has vivido cincuenta y ocho años, pronto cumplirás cincuenta y nueve. Eres un hombre que ha vivido más de medio siglo.”
— Paul Auster, Diario de invierno
Hay autores que escriben novelas, y hay otros que hacen de su vida una novela. Paul Auster pertenece al segundo grupo. En Diario de Invierno, abandona cualquier artificio para presentarse con una honestidad que raya en lo brutal, lo vulnerable, lo profundamente humano.
Este libro no es una autobiografía convencional. No sigue un hilo cronológico ni pretende trazar una narrativa cerrada. Es, más bien, una exploración emocional del cuerpo, de los afectos, del paso del tiempo. El escritor estadounidense, ganador de un premio Príncipe de Asturias, escribe en segunda persona en este caso, creando una voz íntima que interpela tanto al lector como a sí mismo: “Has entrado en el invierno de tu vida”. Así comienza, anunciando sin rodeos que lo que leemos es también un gesto de despedida, o de balance vital.
Lo que más impacta es cómo cada anécdota —cada caída, cada accidente, cada cicatriz— se convierte en una clave para entender su universo literario. Temas como el azar, la pérdida, el éxito o el fracaso, la fragilidad del cuerpo y la identidad han atravesado su obra desde siempre. Aquí, sin embargo, no son conceptos literarios, sino vivencias concretas que marcan profundamente al autor.
Diario de invierno es un libro que deja huella. Sus páginas generan un eco emocional que no se disipa fácilmente. Más que una lectura, es una experiencia que exige reposo, como un vino que se decanta para revelar sus matices. Es difícil de digerir con rapidez; invita a volver a él, a releerlo desde otros ángulos, en otros estados de ánimo.
Uno de los aspectos más conmovedores del libro es la valentía con la que Auster se expone. Relata momentos de intimidad, enfermedades, rupturas, soledad —ya hablé anteriormente sobre Paul Auster y la soledad— y decadencia física sin ningún atisbo de dramatismo ni falsa modestia. No parece interesarle ser juzgado ni comprendido. Escribe porque necesita mirar hacia dentro y nombrar lo vivido. Esa sinceridad sin filtros es uno de los grandes logros del libro.
Desde un punto de vista literario, es también un ejercicio de contención. El de Newark no recurre ornamentos literarios ni a la exuberancia estilística. Su prosa es sobria, precisa, y por eso mismo profundamente emotiva. No necesita construir ficciones para conmover: le basta con su memoria, su cuerpo, sus pérdidas.
En definitiva, Diario de invierno es una meditación sobre el envejecimiento, el cuerpo y la memoria. Es un libro que habla de él, sí, pero que en su verdad también nos habla a todos. Auster se presenta desnudo ante su lector, sin armaduras, en una especie de rendición serena ante el paso del tiempo. Y en esa rendición, radica toda su belleza.