Esta entrada no se va a ceñir a hablar sobre la película Manchester Frente Al Mar que, adelanto, me parece una obra maestra, sino que tratará también sobre aspectos como la empatía, el arte y la condición humana.
Reconozco que para que una película que cuenta historias trágicas me enganche debe estar muy bien montada y, de alguna manera, debe conectar con algo en tu interior. De otro modo será una mera sucesión de escenas que te cuentan una historia más o menos entretenida.
En el caso de Manchester Frente Al Mar me ocurrió lo primero. No creo que haya una fórmula mágica en el mundo del cine para conseguir algo así, que una película te imbuya hasta el punto de removerte las entrañas y que llegue a marcarte, aunque esto último creo que sólo lo sabes con el tiempo.
Conozco personas que no ven películas dramáticas porque «ya es suficientemente triste la realidad», pero creo que el cine no va tan sólo de pasarlo bien y reír. Al igual que la literatura, la pintura, la escultura, la música… no trata de hacerte sentir de una manera o de otra, sino de enriquecerte y cambiarte, de aportar formas de ver el mundo y activar esas zonas de nosotros que no sabíamos que existían, que te hacen descubrir colores que estaban fuera de tu espectro visible.
El ser humano es empático por naturaleza, trata de entender cómo las otras personas que lo rodean sienten y perciben el mundo. Es un principio antropológico que somos así por nuestro carácter social, porque desde tiempos inmemoriales nos ha resultado práctico y óptimo tener la capacidad de comprender a los demás y ser capaces de ponernos en sus zapatos para poder anticiparnos a los problemas o solucionarlos de una manera pacífica y menos traumática para la comunidad a la que pertenezcamos. Obviamente, no es lo mismo sufrir una desgracia personalmente que intentar entender cómo se siente el que la ha sufrido, pero es posible que el arte también sea el camino más corto y auténtico a activar esa facultad de nuestro cerebro.
Ya me habían recomendado Manchester Frente al Mar en varias ocasiones, pero con aviso de lacrimogenia incluido. Es cierto. Es profundamente triste, excesivamente, es probable, pero lo que intenta transmitir como parte de la vida de alguien como tú y como yo lo es, y por ello podemos decir que su éxito en esta empresa es rotundo. Sales pensando que a cualquiera nos puede pasar. No es sencillo contar un suceso trágico porque en muchos casos no haces participar al espectador del sentimiento producido en el personaje que sufre y, además, en el peor de los casos aquel se dará cuenta del intento de manipulación y tachará la obra de sensiblera, lacrimógena, deprimente… ¿Qué puede hacer que en lugar de eso se convierta en una obra de arte que abra la mente del consumidor, que te haga empatizar con los personajes? Pues no creo que haya una respuesta concreta a esa pregunta, y eso es, precisamente, lo que es el cine, el arte en definitiva, un proceso complejo que sucede en los sentimientos humanos.
Este bloque contiene spoilers
La escena en la que suena el adaggio de Albinoni quedará en mi memoria para siempre, estoy seguro de ello, y también la actuación de Casey Affleck, y la fotografía, y Michelle Williams… Todo ello ha conseguido acercarnos, un poquito al menos, a cómo se siente alguien que pierde a sus hijos en un suceso trágico, y cómo la culpa se hace con los mandos de su vida.