Sobre dos tipos de personas

Esta es una sencilla historia sobre dos tipos de personas.

El domingo pasado se me ocurrió bajar a la Feria del Libro con mis dos hijos, Inés y David (3 y 1), y en un principio pensé en el coche, pero finalmente me decanté por el tren porque llevábamos prometiéndoselo a la «mayor» desde hace tiempo y vi la ocasión propicia para llevarla por primera vez.

Para ir a Madrid utilizamos la línea de cercanías que atraviesa el monte de El Pardo, ya que pensé que a la peque le haría gracia ver desde el tren los corzos (una especie de ciervos pequeños) que por allí pastan. Ella, entre el miedo a lo desconocido de subirse a un tren y la ilusión por lo nuevo, estaba algo nerviosa.

Llega el tren a la estación. Se abren las puertas. Subo a Inés para después subir el carro con David, pero Inés no se siente segura si me bajo a por el carro aunque sea sólo un momento. Se lanza, literalmente, a mi cuello por lo que se me hace imposible subir el carro y ya que yo no soy muy dado a pedir ayuda me estoy temiendo no poder montar. Pero un hombre que ya se encontraba en el tren se acerca rápidamente y se baja para ayudarme y así no tenga que bajar a Inés de los brazos. Tras darle las gracias, se dio la vuelta y se marchó al otro extremo del vagón. Vi que en realidad iba mendigando. Por supuesto, no le dejé irse sin aceptar una pequeña ayuda. Parece un detalle sin importancia, pero para mí significó la diferencia entre poder ir en tren o no, mucho comparado con lo que él esperaba de mí. Eso es una buena persona. Gente que no tiene por qué ayudarte y aún así no duda en hacerlo.

Llegamos a los tornos de Recoletos, que son esas puertas de dos hojas que se abren y cierran automáticamente al pasar. Tengo que franquearlos con el carro e Inés por un espacio mínimo (aún siendo la puerta para minusválidos), ante la mirada impasible de 4 ó 5 agentes de seguridad que me miran con curiosidad y sin mover ni un dedo. Al pasar, la puerta se cierra justo cuando estamos casi fuera y le roza a Inés en la cara, sin hacerle realmente nada, pero se vuelve a asustar rompiendo en llanto, lo que a mí me enciende. A punto de haber sido peor. Les canto las cuarenta a los personajes que, ni siquiera estando de servicio, deciden ayudarme o dejar la puerta abierta para facilitarme el paso. Se quedan con cara de pánfilos dándose cuenta de lo poco que sirven, del inexistente servicio prestado, de lo tirado que es el dinero que pagamos por su sueldo (contrata pagada con dinero público) o no, no lo sé, quizás les de igual. Eso es una persona indolente. Gente que tiene que ayudarte y aún así pasa de hacerlo.

En cualquier caso, el resto de veces en las que tuvimos que subir y bajar del tren se ofreció gente para ayudarme. Balance positivo.

Los nenes se lo pasaron bomba, al igual que yo, así que un día genial en El Retiro.

6 comentarios en “Sobre dos tipos de personas

  1. Me encantó la anécdota y la revalorización de quien necesita cosas materiales pero rebosa amor y solidaridad, como ese mendigo. ¡Pobres los otros! Saludos.

    • ¡Muchas gracias, Verónica! Fue increíble que me encontrara con reacciones tan distintas a la misma situación en el mismo día. ¡Qué contraste tan sorprendente y enriquecedor! Los guardias fueron los que ponderaron la forma de actuar del mendigo, que desde un punto de vista humanista, es la manera lógica y común de hacerlo, pero hay que valorarlo, efectivamente. Saludos.

  2. Qué lindo relato Nacho. Tu mensaje es muy hermoso. Te topas con inútiles indiferentes por doquier, pero lo chido es que encuentras más gente preciosa que está dispuesta a ayudar y que disfruta haciéndolo. Que bien que puedas observar todos esos detalles… Fantástico que finalmente tus pequeños pudieron vivir la experiencia del tren, y que la hayan pasado super chido. Un abrazo.

  3. ¡Muchas gracias, Zuri! ¡Exactamente! Y me encanta fijarme en pequeños detalles, todos los que puedo. A veces, sin pensarlo, prejuzgamos demasiado rápido, pero fijarte en detalles puede ayudarte a no hacerlo tan rápidamente. Hay una frase por ahí que dice «hasta un solo pelo hace su sombra».

    Como siempre, encantado de tenerte por aquí, un abrazo enorme.

Responder a ivdoradoCancelar respuesta